Tomar la más baja dosis efectiva de analgésicos es siempre una idea inteligente. Prueba nuestras estrategias para reducir tu consumo de estas medicinas.
Tu cuerpo siempre te está hablando. Cuanta más atención le pongas a sus señales, mejor entenderás lo que desencadena tu dolor y mejor podrás ponerle límites. Por ejemplo, tal vez notes que la molestia aumenta al discutir con tu pareja, cuando trabajas en algo que te disgusta o si permaneces sentado demasiado tiempo. Registra esas observaciones y actúa en consonancia: evita las discusiones, trabaja solo por periodos cortos en las tareas pesadas, levántate de la silla y estírate cada media hora.
Si tu médico dice que las relaciones sexuales son seguras para ti, anímate y tenlas. El sexo activa nuestros sistemas de recompensa, lo que libera los analgésicos naturales del cuerpo.
Ciertas personas suelen tener más molestias al acumular presiones autoimpuestas. Lo mejor que puedes hacer es aprender a ser menos exigente contigo mismo, respirar y relajarte. Cada tanto durante el día, por ejemplo, cierra los ojos y recorre mentalmente tu cuerpo en busca de tensiones. Relaja los músculos mientras inhalas y exhalas profundamente.
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