Lo que nuestras abuelas disfrutaban como un pasatiempo, hoy se revela como una actividad con un impacto positivo en nuestro bienestar. Tejer no solo nos ayuda a evadirnos del estrés, sino que también aumenta nuestra concentración, estimula la creatividad y, lo más curioso, ¡fomenta las relaciones sociales!
Un estudio de la Universidad de Cardiff lo confirma: tejer mejora las relaciones sociales, el bienestar y la calidad de vida de quienes participan en talleres o actividades grupales. Esta práctica se convierte en un vehículo de socialización, tanto virtual como presencial, abriendo la puerta a nuevas amistades y combatiendo la soledad, especialmente en personas mayores.
“Las personas que tejen disponen de un espacio propio y un tiempo dedicado a uno mismo, experimentando una sensación de relajación después de un largo y estresado día”, indica un estudio.
Crear con nuestras manos genera una sensación de éxito que puede ser el impulso para realizar otras actividades similares. Según el mismo informe, diversos estudios coinciden en que crear un producto tangible con las manos es visto como una demostración de talento, esfuerzo y habilidad, lo que aporta satisfacción y aumenta la autoestima.
La lana y el color también influyen en nuestro estado de ánimo, especialmente en las estaciones más frías o en momentos de baja energía. Elegir colores vibrantes puede ser un aliado para combatir la tristeza y mejorar la disposición.
Un estudio que recopila las investigaciones de diferentes autores destaca las habilidades físicas, cognitivas, psicológicas, emocionales y sociales que se trabajan al tejer.
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