Si tienes dudas, consulta con un oftalmólogo pediátrico: una revisión a tiempo puede hacer toda la diferencia.
El “ojo perezoso”, conocido médicamente como ambliopía, es un problema visual que ocurre cuando un ojo no se desarrolla correctamente durante la infancia.
Esto provoca que uno de los ojos vea peor que el otro, aunque no haya un defecto físico evidente. El cerebro empieza a ignorar la señal del ojo más débil, lo que puede afectar la visión a largo plazo si no se trata a tiempo.
La ambliopía suele desarrollarse desde el nacimiento hasta los siete años. Las causas más comunes incluyen el estrabismo (desviación de un ojo), una diferencia significativa en la graduación entre ambos ojos, o problemas como cataratas infantiles. Si no se corrige a tiempo, el cerebro puede “apagar” la visión del ojo afectado.
La buena noticia es que el ojo perezoso sí tiene tratamiento, especialmente si se detecta en los primeros años de vida. El tratamiento más común es el uso de un parche en el ojo fuerte, para obligar al ojo débil a trabajar más. También pueden usarse gotas que desenfocan el ojo sano o anteojos correctivos.
Además del parche, existen ejercicios visuales y terapias con especialistas en visión que ayudan a entrenar al ojo más débil. En algunos casos, se combina con cirugía si hay problemas como el estrabismo. Mientras más temprano se inicie el tratamiento, mejores son los resultados.
Después de los 8 o 9 años, el tratamiento puede ser menos efectivo, pero no imposible. Hay nuevas terapias visuales para adultos que han mostrado avances, aunque requieren más tiempo y compromiso. Por eso, la detección temprana es clave para evitar problemas permanentes de visión.
Es importante que los padres estén atentos a señales como entrecerrar un ojo, desviar un ojo al mirar algo o quejarse de visión borrosa. Un examen visual entre los 3 y 5 años es fundamental para detectar a tiempo la ambliopía, incluso si el niño no presenta síntomas claros.
El ojo perezoso no debe confundirse con la pereza visual por cansancio o uso excesivo de pantallas. Es un problema neurológico y visual que involucra el desarrollo de la vista en el cerebro. No se trata solo con descansar, sino con un tratamiento específico.
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