Descubre por qué a los humanos nos gusta el alcohol y qué dice la ciencia

El gusto por las bebidas alcohólicas tiene raíces biológicas y culturales que explican por qué esta costumbre ha acompañado a la humanidad.

 ·  08/10/2025
Descubre por qué a los humanos nos gusta el alcohol y qué dice la ciencia

¿Por qué a los humanos nos gusta el alcohol? Científicos y antropólogos han explorado esta pregunta durante décadas, y va más allá del gusto o la costumbre: existe evidencia de que nuestra relación con el alcohol tiene raíces biológicas, culturales y evolutivas.

Desde hace milenios, los seres humanos consumen bebidas fermentadas. Los ancestros agrícolas fermentaban cereales, frutas o miel para producir bebidas alcohólicas, integrándolas en rituales, alimentación y convivencia social. 

Algunos investigadores sostienen que por qué a los humanos nos gusta el alcohol podría explicarse por una predisposición biológica a tolerarlo, ya que funcionaba como antiséptico natural cuando el agua no era segura para beber.

Una teoría conocida como la hipótesis del “mono borracho”, propuesta por el biólogo Robert Dudley, sugiere que nuestros antepasados primates desarrollaron afinidad por el alcohol al consumir frutas fermentadas que contenían pequeñas cantidades de etanol. 

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Ese olor y sabor indicaban frutas maduras y nutritivas, otorgando ventajas evolutivas. Así, con el tiempo, los genes que metabolizan el alcohol se hicieron más activos en nuestra especie, lo que refuerza la explicación de por qué a los humanos nos gusta el alcohol.


El alcohol ha sido parte de la vida social y cultural de la humanidad por siglos, ya que facilita la convivencia, reduce inhibiciones y fortalece vínculos en eventos como celebraciones o rituales. Además, su consumo tiene un componente simbólico, pues brindar o compartir una copa representa unión y confianza entre las personas.

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Desde el punto de vista biológico, el alcohol estimula la liberación de dopamina, generando placer y deseo de repetir la experiencia. Sin embargo, su consumo excesivo implica graves riesgos para la salud, como daño hepático y trastornos neurológicos. En conjunto, el gusto por el alcohol surge de una mezcla de factores evolutivos, biológicos y culturales, no de una preferencia casual, sino de un proceso histórico que moldeó su papel en la sociedad.

  • Los humanos desarrollamos una afinidad genética por el alcohol. Según estudios evolutivos, los primeros homínidos podían metabolizar el etanol presente en frutas fermentadas hace más de 10 millones de años.
  • El alcohol está ligado a la sociabilidad. Beber en grupo estimula la liberación de endorfinas, las mismas sustancias que nos hacen sentir placer al reír o abrazar.
  • El etanol es un producto natural. Se forma de manera espontánea cuando la levadura consume azúcares de frutas o cereales, lo que dio origen a bebidas como el vino, la cerveza o el hidromiel.
  • Los animales también beben. Algunas especies, como los monos y los elefantes, buscan frutas fermentadas para emborracharse ligeramente.
  • El alcohol fue medicina antes que bebida recreativa. En el Antiguo Egipto y Grecia se usaba para desinfectar heridas y aliviar dolores estomacales.
  • Cada cultura tiene su ritual alcohólico. En Japón se brinda con sake como símbolo de amistad; en México, el tequila y el mezcal se asocian a la identidad nacional.
  • El término “alcohol” viene del árabe “al-kuḥl”. Originalmente se refería a un polvo fino usado en cosméticos, pero el concepto se amplió a sustancias destiladas.
  • El vino es más antiguo que la escritura. Se han encontrado restos de fermentación en vasijas de hace más de 8,000 años en Georgia y Armenia.
  • El alcohol afecta de manera distinta según el sexo y la genética. Algunas personas producen menos enzimas para metabolizar el etanol, lo que intensifica sus efectos.
  • Hay quienes no pueden embriagarse fácilmente. Ciertos grupos genéticos descomponen el alcohol tan rápido que apenas sienten sus efectos, mientras otros son más sensibles.

En conclusión, por qué a los humanos nos gusta el alcohol se entiende como el resultado de una combinación entre evolución, biología y cultura, más que una simple preferencia pasajera.